viernes, 13 de junio de 2014

Que comprendí que de una sonrisa también salen balas, y quizá no matan, pero tienen un sabor parecido. Y todas ya conocen mi nombre.
Y duele que dispararas con los ojos cerrados, y sin pensar que yo estaba ahí, delante, sin armadura, porque cuando crees en alguien y confías en que es incapaz de hacerte daño no necesitas absolutamente nada, y yo contigo me sentía desnudo pensando en que la única bala que serias capaz de disparar sería para defenderme, como yo a ti. Y "kapum" acertaste y sé que ya me he desangrado porque si no estas palabras no existirían.
Y me da pena que no recuerdes el camino, pero sí el precipicio al que hemos llegado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario