He venido a escribir una carta a nuestros ojalá, a la pena de los"y si" y a todos esos momentos que no habremos vivido.
Al concierto que no iremos, bailaremos juntos y acabaré besándote, siendo la foto más bonita que nunca tendré. Ni nunca tendremos ninguna. A las noches de cervezas (aunque las odie, pero las bebo por beberlas juntos) en las que acabaremos perdiendo el equilibrio y el uno cogido al otro. Y me caeré y nos reiremos y me darás la mano como si lo que se hubiese ahostiado fuera tu mismísima vida. Y acabar la noche durmiendo abrazado al otro, mientras yo babeo encima tuyo. Tampoco verás lo bonitos que se me ponen los ojos cuando lloro, ni lo fuerte que puedo llegar a abrazarte si te viera llorar a ti. A los lugares que nunca visitaremos, a París, su amor y sus luces (y la correspondiente foto en la torre Eiffel), ni todos los sitios a los que habría seguido a esos ojos tuyos. al dolor de espalda que nunca tendré por llevarte a coscoletas hasta llegar al suelo. A todos los "te tengo que cocinar esto" que nunca te cocinaré. A las paredes en las que nunca te empuje para besarte. A los "te echo de menos" que nunca te voy a decir, ni tu a mi. A mi caja de recuerdos prácticamente vacía.
Dime que le digo yo a mis manos que te echan de menos, a mis labios y a mi sonrisa de gilipollas que a saber cuándo volverá a ver la luz.
Pero sobre todo, dime que le digo a mis lagrimales y a mi cabeza para que no te escriba más.
Así que lo siento, pero "también es un arte saber cuando irse. Y como". Hay batallas pérdidas incluso antes de empezarlas, pero tengo la costumbre de luchar "por si".
Y de heridas de guerra, empieza uno a estar harto.
Al concierto que no iremos, bailaremos juntos y acabaré besándote, siendo la foto más bonita que nunca tendré. Ni nunca tendremos ninguna. A las noches de cervezas (aunque las odie, pero las bebo por beberlas juntos) en las que acabaremos perdiendo el equilibrio y el uno cogido al otro. Y me caeré y nos reiremos y me darás la mano como si lo que se hubiese ahostiado fuera tu mismísima vida. Y acabar la noche durmiendo abrazado al otro, mientras yo babeo encima tuyo. Tampoco verás lo bonitos que se me ponen los ojos cuando lloro, ni lo fuerte que puedo llegar a abrazarte si te viera llorar a ti. A los lugares que nunca visitaremos, a París, su amor y sus luces (y la correspondiente foto en la torre Eiffel), ni todos los sitios a los que habría seguido a esos ojos tuyos. al dolor de espalda que nunca tendré por llevarte a coscoletas hasta llegar al suelo. A todos los "te tengo que cocinar esto" que nunca te cocinaré. A las paredes en las que nunca te empuje para besarte. A los "te echo de menos" que nunca te voy a decir, ni tu a mi. A mi caja de recuerdos prácticamente vacía.
Dime que le digo yo a mis manos que te echan de menos, a mis labios y a mi sonrisa de gilipollas que a saber cuándo volverá a ver la luz.
Pero sobre todo, dime que le digo a mis lagrimales y a mi cabeza para que no te escriba más.
Así que lo siento, pero "también es un arte saber cuando irse. Y como". Hay batallas pérdidas incluso antes de empezarlas, pero tengo la costumbre de luchar "por si".
Y de heridas de guerra, empieza uno a estar harto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario