domingo, 17 de agosto de 2025

    A las 2:40 de la madrugada hablaba por teléfono y me preguntaban que si, en el futuro, me pidieras un café. 

Yo contesté que no. 
Yo ya te he escrito tanto que no me quedaban más cosas por decir. 
Que no podía vivir sabiendo que cerraste la puerta y te aseguraste de que yo quedara fuera. No voy a olvidar como tenías los ojos secos mientras yo me ahogaba en lágrimas. Al final mis ojos son más el mar que los tuyos. 
Que no podía seguir esperando por alguien que no se dio cuenta de lo que perdió. 
Por eso no habrá un café donde te diré cuánto te quise, cuántos meses pasé llorando, ni lo cruel que fue dejarme todo a mí. Puedes dejar de quererme y no pasa nada, pero al menos te podrías haber despedido con cariño. 

No. No tendremos ese café donde vuelvas a romperme el corazón. 

Simplemente, recuérdame alguna vez. Lo mucho que nos quisimos quedará suspendido en algún lugar del tiempo, incluso cuando mi memoria borre lo necesario para sobrevivir. Porque un amor así nunca desaparece del todo. Vivir eso es un privilegio que mucha gente pasa toda la vida buscando. Y nosotros pudimos hacerlo. 
Así que gracias por haberme querido hasta donde pudiste. Por enseñarme lo mucho que soy capaz de querer. Al final tanto amor no cabe en un corazón pequeño, y hay que romperlo para que se expanda.

Pero no, no habrá café. Ni probablemente ninguna palabra más. Creo que, al final, no volver a hablar es lo más íntimo que nos queda.
Así que en mi último resquicio de amor por ti: 
Espero que seas feliz
Tan, 
pero tan feliz,
 que nunca tengas que venir a buscarme.
Ni pedirme un café. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario