"Hace ya varias horas que ha anochecido, y no hará mucho tiempo desde que yo creía que el sol iba a volver a salir de nuevo mañana, pero mira, parece que no lo hará. Para esto Benedetti, Neruda y Becquer inventaron la manera de asfixiar palabras. Para recobrar el aliento de unos versos que lloraban sangre, cuando ellos en realidad querían llorar tinta. Y mírame a mi, que hace unos meses escribía como era la comisura de tus labios y ahora me tienes escribiéndole una carta de despedida. Aunque ya no se si es para esos ojos tuyos o para esos momentos que no habremos vivido. Que hoy era día para besarte y hoy iban a ser todos los días. Esta carta quiere decirte que todos los días me ponía mi mejor sonrisa para intentar conquistarte. También, que cuando escuchaba tu nombre, siempre una pequeña risa me hilaba la garganta y no podía evitar que mis ojos adquirieran un brillo especial. Dicen que uno no saben lo que tienen hasta que lo pierden, pero también esta la otra cara de la moneda en esta historia, que dicta que yo siempre supe lo especial que eras, cuando ni siquiera te tuve. Aunque si es cuestión de confesar, he de reconocer que siempre he sabido que estoy hecho para estar solo. Con ninguna compañía, que no sean los desgarrados versos de Carlos Salem, que me recuerdan lo jodido que puedo estar a veces. Al final de esta carta te quiero dar las gracias, porque al fin y al cabo has sido una de las mejores inspiraciones que he tenido. Ojalá otros muchos puedan recitarte todas las palabras que hablan de ti en mis escritos. Y que su historia, tenga un final inolvidable."
No hay comentarios:
Publicar un comentario